Artista y licenciada en Bellas Artes, si algo caracteriza a Inmaculada Salinas (Guadalcanal, Sevilla, 1967) es que considera que es su deber como artista provocar la reflexión sobre el mundo que le rodea. Y así se vislumbra en su producción artística donde subyace, siempre, la preocupación, el análisis y la reflexión sobre cualquier sistema de poder. Su obra está presente en importantes colecciones como Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), CAAC (Sevilla), Colección Banco de España (Madrid) o Pérez Art Museum (Miami, EE.UU.), entre otras, y ha expuesto en países de todo el mundo como España, Portugal, Alemania, Colombia o México, entre otros.
Hoy, charlamos con ella tras haber sido recientemente galardonada con el Premio ENATE-ARCOmadrid 2025. Su obra Pepita, un dibujo realizado con lápiz de color sobre papel, cautivó al jurado por su profundidad conceptual y su conexión con la semilla de la uva. Esta pieza se exhibió en ARCO Madrid 2025 y ha sido seleccionada para formar parte de la colección ENATE, además de convertirse en la etiqueta de una edición especial de vino en homenaje a la feria. En esta conversación, nos gustaría descubrir su proceso creativo, su reflexión sobre la obra y su relación con el vino.

En primer lugar, ¡felicidades por el Premio ENATE-ARCO Madrid 2025! ¿Cómo te sientes al recibir este reconocimiento?
Muchas gracias. Estoy muy contenta. Todas las cosas, los pasos que se dan, son iniciativas de personas, detrás de cada empresa, institución, organismo, etc. hay personas que se mueven, que apuestan, que dan apoyo y confianza. Teniendo en cuenta el panorama que tenemos de gran dificultad y mucha precariedad para poder desarrollar una carrera artística, es de agradecer ver la implicación de estas personas. En este sentido estoy muy agradecida a Enate y a la Galería Rafael Ortiz por contar conmigo.
Tu obra Pepita tiene una fuerte conexión con la semilla de la uva, ¿Cómo llegaste a elegir este concepto como base para tu creación?
La clave de Pepita está en eso que apenas se ve, en lo pequeño pero que es capaz de, por vibración, en este caso mediante el color y la trama del lápiz, hacerse patente y potente. La semilla pequeña u oculta, es la generadora del alimento, de lo visible, del alma, en este caso del vino; así, las capas de color que envuelven a la semilla de la pepita se recrean en los diversos tipos de vino. Me interesa hablar de lo universal, aunque para ello utilice metáforas o símbolos de lo más cercano o pequeño.
En la descripción de Pepita, mencionas varias interpretaciones del término “pepita”. ¿Qué significado tiene para ti personalmente?
En general en mis trabajos pongo todo en femenino, hago ese ejercicio con la mirada, con el sentido. En primer lugar, porque las cosas pasan por mi piel y lo que veo está matizado por esta mi forma de mirar, segundo porque al feminizar todo y centrarme en cómo es la cosa en ese lugar, encuentro la ocasión para cuestionarlo. Esa diferenciación entre la mirada bajo el prisma de una identidad que suele ser definida, como de ella, él o elle etc., es muy de nuestro tiempo, por eso me apropio y lo utilizo, entre otras cosas porque me sirve para conocerme, para entenderme, y para intentar entender el momento en que me ha tocado vivir. Pepita puede ser muchas a la vez, pero sobre todo lo que me interesa es mirar el vino, desde ese otro lugar.
Tu obra Pepita ha sido seleccionada para ser la etiqueta de una edición especial de nuestro vino ENATE, ¿qué relación ves entre el vino y el arte?
Quizás lo que más me interesa del binomio vino-arte es la complejidad de sus matices. Obviamente existen otras muchas relaciones que para mí son muy cercanas. El tiempo lento que requieren ambos, la persistencia en buscar la certeza, la necesidad de la combinación de realidades distintas para un resultado medido o la capacidad de requerir paciencia para su comprensión son imágenes que funcionan en ambos mundos y que en alguna forma explican la decantación del resultado.
El jurado del Premio ENATE-ARCO Madrid ha destacado la representación del tiempo o la historia en la obra. ¿Podrías contarnos un poco más sobre este aspecto y cómo está presente en tus trabajos?
En general detrás de todos mis trabajos está la intención de reflexionar sobre los sistemas de poder y cómo se organizan o desorganizan las vidas en base a estos sistemas o sus intentos de romper con ellos, sistemas que se dan en lo macro y en lo micro, en todas las estructuras sociales, en todo. Como muletas para adentrarme en estas reflexiones, suelo utilizar materiales diversos que se han producido a lo largo de la historia y que, descontextualizados o puestos en diálogo entre sí y con propios dibujos, generen nuevas lecturas.
¿Qué mensaje esperas que el público general se lleve consigo al ver Pepita?
Mi objetivo es hacer pensar y sentir al público, me gustaría llegar desde la epidermis hasta el interior. No hay un mensaje, me gustaría generar sensaciones, reflexiones.
¿Cómo te inspira el proceso de creación de una obra tan conceptual como Pepita?
Me interesan las ideas de arranque de los trabajos, y cómo puedo, partiendo de casi cualquier material, llevármelo a un terreno propio y universal a la vez. Aprender y crecer con mi trabajo es una de mis claves y el estímulo necesario para decidir seguir trabajando en esto.
¿Tienes algún método específico para entrar en tu proceso creativo?
En mis modos de hacer, el proceso es más importante incluso que el resultado, aunque es verdad que me preocupa y ocupa el resultado. Me interesa hacer pensar o sentir, o las dos cosas, a través de un trabajo elaborado y bien ejecutado. Pero el vehículo en el que transcurre el proceso es básico para mí, y este varía, suele ser bastante abierto, y se va generando y retroalimentando a medida que transcurre el trabajo. Parto de ideas o propuestas concretas, pero nunca sé con qué se van a ir encontrando por el camino como para dialogar, o prestarse materiales. Yo misma me sorprendo muchas veces de las cosas que me voy encontrando una vez que empiezo una obra. Hay unas búsquedas, pero en ellas intervienen el azar y en muchas ocasiones los encuentros azarosos, acaban siendo lo más significativo del trabajo final.
¿Cómo te definirías como artista?
Para mí, el arte, trabajar en esto del arte es un modo de autoconocimiento. Me da bastante igual si para desarrollar mis propuestas, mis líneas de trabajo utilizo el color o no, el fragmento o el gran formato y, por supuesto, no digamos las diversas técnicas. Cada cosa que utilizo tiene su porqué, responde a unas búsquedas, unas necesidades, y por lógica van cambiando y se adaptan. Soy pintora, pero últimamente sobre todo utilizo el dibujo, también la fotografía, y cualquier tipo de imagen, me interesa poner el cuerpo de un modo u otro en el centro de mis ideas, en resumen, no quiero encajar exactamente en ninguna etiqueta.
¿Qué artistas admira Inmaculada Salinas?
Admiro a las personas coherentes. Me interesan aquellas que con sus propuestas hacen pensar, sentir, te invitan a cuestionar cualquier idea o posicionamiento. Tengo un profundo sentido crítico, una mirada que no se conforma, que busca, y quiere conocer. Pero, como digo, la coherencia es importante, planteo qué lógica mueve a quienes, siendo críticos, la integridad la tienen como asignatura pendiente.
Por último, ¿en qué proyectos estás trabajando actualmente?
En estos momentos estoy desarrollando el proyecto seleccionado y que ha merecido la beca Botín. Esta es una de esas ocasiones en que me puedo permitir trabajar durante todo un curso, con tranquilidad, con tiempo para poder dar forma a un proyecto extenso y que además me hace sentir respetada, apoyada, respaldada. Mis modos de hacer suelen ser más bien lentos, aunque es verdad que me puedo adaptar a según qué necesidades y circunstancias.
Ahora ya conoces más sobre esta artista y su obra Pepita, ganadora del Premio ENATE-ARCO Madrid 2025, que actualmente es imagen de ENATE Selección Cabernet ARCOmadrid. Un vino de edición limitada del que tan solo existen 1.000 botellas numeradas, de venta exclusiva en nuestra web.
