El Blog de Enate

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Conversación con Fernando Castro: vivir, meditar y respirar en el arte

Siendo uno de los referentes más destacados en el mundo del arte y la crítica, Fernando Castro Flórez cuenta con una trayectoria excepcional como intelectual y crítico de arte. Nacido en Plasencia en 1964, ha desempeñado un papel fundamental en la interpretación y análisis del panorama artístico contemporáneo. Su perspicacia y profundo conocimiento han iluminado la escena cultural, convirtiéndolo en una figura indispensable para entender las tendencias, desafíos y transformaciones del arte en la actualidad. Hoy descubrimos un poco más acerca de su vida y obra, así como su relación con ENATE. 

Crítico de arte, filósofo, escritor, profesor y comisario, entre otras facetas. ¿Quién es Fernando Castro Flórez?

Soy profesor titular de estética y teoría de las artes de la Universidad Autónoma de Madrid, comisario de exposiciones (llevo varios centenares de muestras organizadas de artistas como Francis Bacon, Andy Warhol o Antonio Saura), crítico de arte (especialmente en el ABC Cultural con el que colaboro desde hace más de dos décadas) y ensayista (mi último libro se titula “Sin escapatoria en el Planeta de los simios”), pero, principalmente, soy un tipo curioso que ama la lectura y al que le gusta muchísimo dar clases o impartir conferencias. Me he dedicado tanto a la investigación académica como a la divulgación cultural.

¿Cómo nace en ti el interés por el arte?

Desde adolescente me gustaba escribir, primero poesía (amorosa como le ha pasado a tantos que sintieron el deseo simultáneo de escribir y ser queridos en un momento incierto) y luego teatro. En mi pueblo (Plasencia) participé en varias iniciativas culturales antes de iniciar mi formación universitaria en el maravilloso campo de la Filosofía. El encuentro con la disciplina de la estética y especialmente el magisterio de José Jiménez hizo que se abrieran para mí infinidad de perspectivas. Comencé escribiendo sobre literatura y a partir de mediados de los años ochenta me centré en las artes plásticas. Desde entonces no he dejado de vivir, meditar y respirar en el arte.

¿Cómo definirías la situación actual del sector artístico español?

Crónicamente pésima, con situaciones institucionales verdaderamente nefastas, perspectivas políticas penosas y precariedad de los artistas y otros agentes culturales. No me gusta entregarme al nihilismo, pero no hay ninguna razón para el optimismo. La situación es crítica y, lo peor de todo, no parece que se busquen remedios para sanar. El tema es demasiado tristre como para regodearse en la herida.

¿Cuáles crees son los desafíos que enfrentan los artistas emergentes en la escena artística actual?

Todo lo que encontrarán son dificultades y escasas ayudas. Les resultará difícil “emerger” y lo más seguro es que pronto quedarán “sumergidos”. No hay apenas espacio profesional, faltan iniciativas de política cultural que les permita vivir de su trabajo y las iniciativas para “internacionalizar” el arte español son patéticas o inexistentes. Para algunos emigrar ha sido la búsqueda de un ambiente en el que las cosas no sean tan difíciles. Fuera (de España) también hace “mucho frío” y la cosa se pone cruda.

¿Cuál es tu opinión sobre la incorporación de la tecnología en el arte contemporáneo?

En el arte siempre hay dispositivos técnicos, la cibernética es una más de las mutaciones que afectan al estatuto de la obra de arte. No soy neófobo y, por tanto, contemplo esas llamadas nuevas tecnologías con tranquilidad, tratando de entender qué se puede hacer con ellas y, también, que determinaciones ideológicas y políticas arrastran. Por supuesto, la tecnofilia o la fetichización de lo “cibernético” es, en sentido etimológico, una idiotez.

¿Cómo crees que el arte puede abordar temas sociales y políticos en la actualidad?

De muchas maneras, incluso recurriendo a lo propagandístico. En buena medida, todo arte es político y tiene que ver con la articulación de lo común. El “arte político” no lo inventaron ayer, basta tener un mínimo conocimiento histórico para comprender que en la crucial inflexión histórica de la Ilustración (en el siglo XVIII), el debate del arte es, en realidad, una búsqueda de libertad o, en otros términos, una pugna por la constitución de la esfera pública burguesa. Desde entonces no ha dejado de producirse una dialéctica de arte, técnica y política que determina la configuración estético-simbólica en la que vivimos.

¿Cómo se puede acercar más el arte contemporáneo al público general?

No tengo nada claro qué se entiende por “público general” y, además, sospecho bastante de las posiciones paternalistas o aquellas que convierten a los sujetos y las comunidades en agentes pasivos que carecen de agencia crítica. Frente a un elitismo trasnochado y atrincherado, ciertamente es importante reclamar mediaciones y entender que el museo es, como pensara James Clifford, una “zona de contacto”.

¿Qué te transmite la combinación de vino y arte?

Inercialmente recupero la fórmula latina del “in vino veritas” para sugerir que en el vino hay una verdad que tiene que ver con la necesidad de la “comensalidad” y con la reivindicación del placer en la experiencia estética. Hemos superado, hace décadas, el debate sobre alta-y-baja cultura, tenemos una percepción más amplia y rica de lo estético y comprendemos que el vino, por ejemplo, forma parte de nuestra cultura. El arte y el vino se interpenetran dialécticamente y pueden plantearse numerosos proyectos que intensifiquen sensorial y conceptualmente nuestra experiencia. Hay que brindar, valga este término en relación con la cultura del vino, por esos maridajes.

Colaboras con el Premio de Arte Bodega ENATE desde su edición 2020, ¿qué papel crees que desempeñan empresas como esta, comprometidas con el arte contemporáneo?

ENATE es un ejemplo de compromiso con el arte, tanto en todas las etiquetas que ha ido encargando a grandes artistas como en las becas y premios. Esta bodega se ha convertido, por el rigor de su procedimiento, en una referencia en esa vinculación de vino y arte. Colaborar como jurado en el premio es un verdadero privilegio.

¿Qué destacarías de esta convocatoria artística?

Es una convocatoria organizada con profesionalidad y rigor completo. Los gestores que están al frente preparan perfectamente todo y facilitan la tarea del jurado. Puedo dar fe de que se procede en la evaluación con seriedad, valorando todas las obras y buscando la excelencia. La relación de premiados es el testimonio de que ENATE ha organizado y sigue desplegando un proyecto magnífico.

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