Este aragonés ha llevado su trabajo y su nombre por todo el mundo. José Manuel Broto (Zaragoza, 1949) es hoy una de las firmas españolas de mayor reconocimiento internacional, fiel representante de la neoabstracción. Formado en la Escuela de Artes y Oficios de Zaragoza, en 1973 formó el Grupo Trama junto a artistas y periodistas, para comenzar a explorar los terrenos de la abstracción. La materia, el color y la forma destacan en cada una de sus obras. Un artista unido a nuestra bodega desde sus inicios. Y es que sus obras acompañan a vinos como ENATE Reserva o ENATE Reserva Especial 2006, y ha protagonizado la Sala de Arte Contemporáneo de ENATE con exposiciones como ‘Vino, cálido color’, visitable hasta noviembre de 2024. Hoy charlamos con él para descubrir su trayectoria, su obra artística y sus proyectos.
¿Cómo surge su interés por el arte? Y, más concretamente, ¿por el arte abstracto?
La pintura me atraía desde niño. Pintaba muchas acuarelas. En mi casa, afortunadamente, siempre encontré materiales artísticos porque mis padres eran aficionados y pintaban. Con el tiempo, lo que era una afición infantil se convirtió en una verdadera vocación.
El arte abstracto fue un descubrimiento luminoso que me fascinó. El abandono de la mimesis, del parecido como criterio de valor, a veces exclusivo, fue un hallazgo extraordinario. La pintura ya no era una representación, sino una “presentación”, lo que cambió la historia de la pintura y de las otras artes para siempre.
Un antes y un después en su trayectoria artística.
Cuando descubrí la abstracción.
¿Qué inspira a José Manuel Broto en el momento de creación?
Lo de la inspiración es un término romántico, lo que pinto sale de mi memoria visual y, naturalmente, de mis experiencias vitales.
¿Podría mencionar a algunas figuras intelectuales que hayan influido en su forma de comprender el arte?
Muy pronto me interesó el crítico de arte Marceline Pleynet, colaborador de la revista Tel-Quel y que era muy reconocido por un grupo de pintores franceses que iniciaron el movimiento “peinture-peinture” y publicaban una revista teórica, Peinture cahiers theoriques. También Clement Greenberg, que defendía el expresionismo abstracto americano. Luego, cuando me trasladé a Barcelona, tuve el privilegio de conocer y tratar con frecuencia a Antoni Tàpies. Fue una experiencia intensa y fructífera. Sus ideas artísticas siempre fueron estimulantes. Y por supuesto, Freud, el inconsciente es un fabuloso generador de imágenes.
El color es un elemento clave en su creación, ¿qué papel desempeña en sus obras?
El color es el auténtico protagonista de mis cuadros. Por ello tengo una gran admiración y probablemente alguna influencia de la obra de Matisse, que es puro color. Para mí no es adorno ni tiene una función decorativa, es un elemento estructural, le da cuerpo y sentido al cuadro.
De sobra es conocido su interés por la música, que define como “un arte abstracto”. ¿Qué importancia tiene la música en su vida y en su obra?
Es el arte más abstracto, es un milagro matemático. Es vital para mí. Siempre me acompaña. Sobre todo cuando trabajo.
¿Cómo se definiría como artista?
Como pinto y soy abstracto, me definiría como un pintor abstracto.
En ‘Vino, cálido color ‘, la exposición que se exhibe en la sala de arte de ENATE actualmente, se muestran dos momentos de su creación separados en el tiempo por 30 años; por un lado pinturas de 1994, en los inicios de su vínculo a la bodega por otro, y, por otro impresiones digitales realizadas recientemente. Las primeras son pinturas íntimas, misteriosas, y las últimas son ligeras, alegres y de colores vibrantes. ¿puede explicarnos este cambio en su sensibilidad y en su pintura?
La sensibilidad no ha cambiado la forma de expresarla sí, aunque no mucho. En 1994 empleaba colores oscuros, sobrios y planos, lo que da imágenes misteriosas y terrenales, se podría decir, mientras que en las obras actuales utilizo colores claros, brillantes y transparentes que dan lugar a formas flotantes, espaciales y luminosas.
¿Cómo uniría el arte y el mundo del vino?
Eso habría que preguntárselo a Luis Nozaleda, yo creo que ENATE lo está haciendo bastante bien. El vino y el arte, todas las artes, siempre se han llevado muy bien. Yo diría que el vino es muy comprensivo con el arte, a veces demasiado.
¿En qué está trabajando actualmente?
En lo de siempre, y en combinar el uso de las nuevas técnicas de creación de imágenes con las tradicionales.
ENATE Reserva 2018 cuenta con una obra de José Manuel Broto en la etiqueta, y la obra original se encuentra en la Sala de Arte Contemporáneo de ENATE, que se puede visitar con cualquiera de sus experiencias enoturísticas.